viernes, 18 de febrero de 2011

Lugares - Primera Parte

Me viste llegar una noche, tarde, casi de madrugada con la mochila al hombro y con ansias de vivir. Me viste caminar por tus calles durante toda la noche, buscando la forma de no cerrar los ojos por momentos y turnándome con mi compañero para cerrarlos un rato durante otros. Me viste ir de aquí para allá durante la luz de la mañana, también lo hiciste cuando busqué sombra en el mediodía, como así también lo hiciste cuando dudaba de que debía hacer mientras esperaba que el momento llegase, y en esa ocasión me viste irme junto con el sol, pero siguiendo el rumbo opuesto. Una locomotora en colores Amarillo y Gris fue mi transporte que me llevo lejos de ti, aunque no pasaría demasiado tiempo para que nos viéramos.

Tu pasado de Gloria siempre llamó mi atención y, igual que hoy día, sentí necesidad de volver hacia ti. Aprovechando la oportunidad servida en la oferta de un amigo, no dudé en volver tras tu rumbo y encontrarte nuevamente, aunque ya muy distinta de ese maravilloso recuerdo de antaño, ese recuerdo de actividad incesante. Pasé algunas horas en tu compañía hasta que el tiempo, siempre tirano, marcó el retorno hacia mis pagos, pero siempre mirando hacia atrás y con la mente puesta en volver.

Quizás con ingratitud de mi parte solo te usé como punto de paso, en mi camino hacia otros destinos, tan solo me viste pasar raudamente mientras me alejaba con rumbo oeste. Un gran amigo me esperaba allí junto con otras personas que nunca he de olvidar.

Volviste a verme llegar, una vez más, por la noche. Fuiste lugar de reunión con ese gran amigo que habría de ver por segunda y ultima vez, puesto que el destino nos lo madrugó bien tempranito. Otra vez por tus andenes caminé de un lado a otro, pero casi ningún recuerdo queda ya. También me viste nuevamente partir, y yo te despedí con la desazón de la despedida a regañadientes.



Quizás sea eso lo que hace que siempre termine volviendo a ti, aun cuando imaginaba no volverte a ver. Y me recibiste como aquel primer día, junto de compañeros de viaje, inestimables hermanos que siempre he de apreciar, en los últimos suspiros del día que se acaba esperando la víspera de la mañana para comenzar nuestra actividad. Y vaya que si me diste gratos momentos esa ocasión.

Junín, una Gloria del Pasado de nuestros Ferrocarriles, una Joya perdida en el San Martín, allá, donde el campo se extiende a su alrededor mostrándonos su esplendor. Junín, esa ciudad con aire a pueblo, donde tanto me gusta estar, ese lugar donde es casi posible oler el fuel oil, donde los talleres duermen un longevo sueño del cual parece muy difícil algún día haya un despertar. Junín, estación que antaño era un punto neurálgico en la ruta hacia Mendoza, hoy solo eres una estación de paso donde apenas si entran y salen un par de trenes al día. Este es mi homenaje a aquel poblado que sin conocerme me albergó siempre de manera maravillosa, me brindó tantísimos recuerdos y me permitió soñar en su presencia ese maravilloso pasado que alguna vez supo tener.

Guillermo A. Ruso.-

1 comentario:

FRANCOTRENES dijo...

muy bueno ese viaje, "hay que repetir"...muy bueno el relato...