Tu pasado de Gloria siempre llamó mi atención y, igual que hoy día, sentí necesidad de volver hacia ti. Aprovechando la oportunidad servida en la oferta de un amigo, no dudé en volver tras tu rumbo y encontrarte nuevamente, aunque ya muy distinta de ese maravilloso recuerdo de antaño, ese recuerdo de actividad incesante. Pasé algunas horas en tu compañía hasta que el tiempo, siempre tirano, marcó el retorno hacia mis pagos, pero siempre mirando hacia atrás y con la mente puesta en volver.
Quizás con ingratitud de mi parte solo te usé como punto de paso, en mi camino hacia otros destinos, tan solo me viste pasar raudamente mientras me alejaba con rumbo oeste. Un gran amigo me esperaba allí junto con otras personas que nunca he de olvidar.
Volviste a verme llegar, una vez más, por la noche. Fuiste lugar de reunión con ese gran amigo que habría de ver por segunda y ultima vez, puesto que el destino nos lo madrugó bien tempranito. Otra vez por tus andenes caminé de un lado a otro, pero casi ningún recuerdo queda ya. También me viste nuevamente partir, y yo te despedí con la desazón de la despedida a regañadientes.
Quizás sea eso lo que hace que siempre termine volviendo a ti, aun cuando imaginaba no volverte a ver. Y me recibiste como aquel primer día, junto de compañeros de viaje, inestimables hermanos que siempre he de apreciar, en los últimos suspiros del día que se acaba esperando la víspera de la mañana para comenzar nuestra actividad. Y vaya que si me diste gratos momentos esa ocasión.
1 comentario:
muy bueno ese viaje, "hay que repetir"...muy bueno el relato...
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