lunes, 21 de febrero de 2011

Tren Ausente (Poema de Martín Robredo)

Anduve la vía de La Falda, Valle Hermoso,
a puro pié, a pura dureza de la nostalgia,
la trocha angosta sepultada en partes,
cubierta por la tierra y el ramerío,
apareciendo y desapareciendo de la planicie,
abandonada.


Iba yo como un tren ausente,
acuseando en la distancia,
El rumor de la locomotora muerta,
El fantasmerío de vagones que son del pasado,

¿A dónde? ¿a dónde, tren? ¿a dónde has ido?
¿a que tumba de galpones silenciosos?
¿a que dominios de naturaleza callada?
¿a que territorios desde donde no se vuelve?

Mi hijo viajó un día en tus nobles entrañas,
en tu estructura de asientos con ventanilla al sueño,
con pasajeros animosos de paisaje y armonía,
con guardas que picaban boleto alegremente.

Desde arriba, tal vez desde La Cumbre, o mas allá
caía tu sinuoso riel de acero al sol, a la luna,
a la enormidad de los astros,
a su numerología pedregosa y astral,
yendo y viniendo como un pequeño gusano del señor.

Tren Ausente que anduviste antes que mis pasos,
hoy te lamento en mis versos y te nombro,
para que vuelvas a recorrer la serranía,
las curvas y las contra curvas y las picadas,
las amarillas flores del campo te llaman.

Los recuerdos de mujeres y hombres callados,
ahora taciturnos para siempre,
que solos andan entre durmientes,
como perdidos.

Aventara la noche crucial de tu aparición,
el ojo luminoso de tu estrella de acero,
la columna vertebral de vagones sinuosos,
el crepitar de las ruedas en ascenso y descenso,
hacia atrás y cada una de las estaciones.

Y acontecerá una Lagrima Ferrea Argentina,
en la mejilla de alguien que se detendrá,
para verte pasar de nuevo,
por la angostura de los pasos a nivel,
entre árboles copudos y rostros de caliza,
arboladura de espinos y pampa abierta.

Y ese día yo viajaré contigo,
y seremos uno y otro continente en marcha,
tu, tren de ayer, por las paralelas del progreso,
yo, poeta ahora provinciano,
por el caudal de la memoria.

Martín Robredo.-

domingo, 20 de febrero de 2011

Actualidad Ferroviaria

Luego de la Catarata de información (de la cual muy poca es fidedigna) a razón del accidente de San Miguel días pasados en el Ferrocarril San Martín, hubo palabras que me resonaron más que otras y hubo también algunos conceptos que me quiero permitir compartirlos. Un señor Periodista como lo es Víctor Hugo Morales en su programa de radio por AM Continental mencionaba, con sus razones para pensarlo, que aún en los Ferrocarriles más desarrollados estas catástrofes ocurren y que a veces tendemos a mezclar el deterioro con los accidentes. Líneas más, líneas menos es una síntesis de lo que se expresó.



Es cierto, ni en Alemania se salvaron del terrible descarrilo del ICE o en España con algún que otro choque frontal en los últimos tiempos. Los accidentes pueden ser hechos “fortuitos” (no me refiero a que sean mero azar sin que nadie tenga la culpa, simplemente me refiero al hecho de no ser tan previsibles) o bien por consecuencia de actos realizados durante un largo tiempo hasta que algún día llega la consecuencia. Es el caso de LAPA por ejemplo con el avión Whisky Romeo Zulu.

Vayamos a la realidad ferroviaria de nuestro país, con locomotoras que en el mejor de los casos están para funcionar dentro de una playa de vías como mucho, hoy son titulares de trenes que han de realizar trayectos de hasta 700kms y un poco más a veces también. Coches en estado deplorable, a veces con buena cosmética otras veces ni eso. Fallas continuas que en épocas pasadas significaban que una locomotora volvía a talleres y hoy si es que van, entran y salen iguales pero con una nota que dice que fue reparada. Vías que distan de estar siquiera en condiciones aceptables, sencillamente están desastrosas. Hay excepciones, como en todo, pero son demasiado pocas como para no tener que generalizar.

Entonces si estamos en un ferrocarril signado por la desidia, el abandono, la falta de mantenimiento preventivo, las reparaciones provisorias y la poca atención de los directivos hacia la inversión en seguridad, es muy probable que tragedias como la que acaba de ocurrir sigan ocurriendo, por que están las condiciones propicias para ello. Si bien es cierto que en los ferrocarriles más evolucionados estos hechos también ocurren, pero se minimiza al mínimo la cantidad de veces ocurrida. Nosotros en los últimos 5 años tuvimos 5 casos de trenes que chocan en la misma dirección por que uno embiste por retaguardia al otro. ¿Qué estamos esperando? ¿Qué una locomotora quede acoplada a otra con los coches en el medio resonando como un acordeón?

Se necesita un cambio, pero no una simple intervención donde se cambia el nombre de la cúpula de arriba, pero abajo sigue todo igual. Hace falta política ferroviaria a largo plazo, hace falta que todos como sociedad reclamemos por un ferrocarril Digno y Justo y no alcanza con protestarle al guarda por que llegamos tarde, hay que ir a reclamar donde se debe. Hace falta dejar en claro que la CNRT no cumple ni el 0,05% de sus obligaciones, lo único que saben hacer es sentarse en una oficina en retiro y pedir las libretas de trabajo de los choferes de larga distancia, fuera de eso en mi vida vi un solo control.

Hasta que no tomemos conciencia de que el cambio por el ferrocarril nace desde la sociedad, vamos a seguir lamentando estos sucesos y vamos a seguir demostrando que los argentinos solo saltamos cuando aparece un corralito, por lo demás, cada quien mira para su lado, así nos va.

Guillermo A. Ruso.-

sábado, 19 de febrero de 2011

Opticas y Extremos

Blanco o Negro ¿Por qué olvidamos los grises? O más aún todavía ¿Por qué obviamos toda la paleta de colores? Es una eterna pregunta y no creo ser yo quien la conteste, pero si me interesa “conversar” sobre este tema. Oficialismo u Oposición, Peronistas o Radicales, Gallinas o Bosteros siempre nos vemos en una punta de una larga recta y damos por sentado que quien no esté en nuestro extremo ha de estar inequívocamente en el opuesto.


Tenemos esa rivalidad a flor de piel continuamente, nos cuesta ver el potencial que tienen las posiciones intermedias. Inevitablemente siempre habrá discenso en algunas cosas, pero el poder evaluar un tema desde varios puntos de vista siempre resultará más ventajoso que el nuestro solamente. Siguiendo con el ejemplo Político en Chile, no hace falta irse demasiado lejos, hemos visto que hubo un cambio de Gobierno de Centro Izquierda a Derecha y el rumbo general se lo mantiene. ¿Qué es esto sino el consenso entre ideas de Derecha e Izquierda?

Vamos a nuestro interés más profundo, los Transportes. El tren de carga es el enemigo del camión, el tren de pasajeros es el enemigo del micro. ¿Por qué somos tan obtusos de pensamiento? En ese caso el transporte aéreo tendría que ser el enemigo del transporte naval y no lo son, simplemente tienen funciones diferentes. El Camión tiene la fuerte ventaja de acceder de puerta en puerta cosa que el ferrocarril no puede hacer. A su vez el ferrocarril puede transportar la carga a grandes distancias a muy bajo costo. Si cada uno tiene su función especifica ¿por qué inventamos esa rivalidad?



En el caso del servicio de Pasajeros encontramos que de la vereda de enfrente estarían los Micros pero en mi pensamiento me gusta aplicar una receta análoga a los camiones. Hay bastas regiones que se encuentran comprendidas entre dos trazados férreos donde hay poblaciones que tienen un acceso más distante al ferrocarril, tranquilamente se puede llegar vía ómnibus. Pero ¿por qué suponemos que el tren debe afectar de muerte al micro o al camión? Por que no pueden convivir cada uno cumpliendo su función y por su lado.



Sueño, personalmente, en poder elegir de que manera voy a viajar, si quiero ver rieles o asfalto elegiré, como pasajero, si quiero ir en un digno servicio de ómnibus, que con algunas falencias en algún caso hoy prácticamente podemos decir que existe, y un digno servicio ferroviario el cual si que no existe por que algunos (por desgracia con bastante llegada al poder) lo vieron como un enemigo potencial y lo fueron destruyendo poco a poco.

Guillermo A. Ruso.-

viernes, 18 de febrero de 2011

Lugares - Primera Parte

Me viste llegar una noche, tarde, casi de madrugada con la mochila al hombro y con ansias de vivir. Me viste caminar por tus calles durante toda la noche, buscando la forma de no cerrar los ojos por momentos y turnándome con mi compañero para cerrarlos un rato durante otros. Me viste ir de aquí para allá durante la luz de la mañana, también lo hiciste cuando busqué sombra en el mediodía, como así también lo hiciste cuando dudaba de que debía hacer mientras esperaba que el momento llegase, y en esa ocasión me viste irme junto con el sol, pero siguiendo el rumbo opuesto. Una locomotora en colores Amarillo y Gris fue mi transporte que me llevo lejos de ti, aunque no pasaría demasiado tiempo para que nos viéramos.

Tu pasado de Gloria siempre llamó mi atención y, igual que hoy día, sentí necesidad de volver hacia ti. Aprovechando la oportunidad servida en la oferta de un amigo, no dudé en volver tras tu rumbo y encontrarte nuevamente, aunque ya muy distinta de ese maravilloso recuerdo de antaño, ese recuerdo de actividad incesante. Pasé algunas horas en tu compañía hasta que el tiempo, siempre tirano, marcó el retorno hacia mis pagos, pero siempre mirando hacia atrás y con la mente puesta en volver.

Quizás con ingratitud de mi parte solo te usé como punto de paso, en mi camino hacia otros destinos, tan solo me viste pasar raudamente mientras me alejaba con rumbo oeste. Un gran amigo me esperaba allí junto con otras personas que nunca he de olvidar.

Volviste a verme llegar, una vez más, por la noche. Fuiste lugar de reunión con ese gran amigo que habría de ver por segunda y ultima vez, puesto que el destino nos lo madrugó bien tempranito. Otra vez por tus andenes caminé de un lado a otro, pero casi ningún recuerdo queda ya. También me viste nuevamente partir, y yo te despedí con la desazón de la despedida a regañadientes.



Quizás sea eso lo que hace que siempre termine volviendo a ti, aun cuando imaginaba no volverte a ver. Y me recibiste como aquel primer día, junto de compañeros de viaje, inestimables hermanos que siempre he de apreciar, en los últimos suspiros del día que se acaba esperando la víspera de la mañana para comenzar nuestra actividad. Y vaya que si me diste gratos momentos esa ocasión.

Junín, una Gloria del Pasado de nuestros Ferrocarriles, una Joya perdida en el San Martín, allá, donde el campo se extiende a su alrededor mostrándonos su esplendor. Junín, esa ciudad con aire a pueblo, donde tanto me gusta estar, ese lugar donde es casi posible oler el fuel oil, donde los talleres duermen un longevo sueño del cual parece muy difícil algún día haya un despertar. Junín, estación que antaño era un punto neurálgico en la ruta hacia Mendoza, hoy solo eres una estación de paso donde apenas si entran y salen un par de trenes al día. Este es mi homenaje a aquel poblado que sin conocerme me albergó siempre de manera maravillosa, me brindó tantísimos recuerdos y me permitió soñar en su presencia ese maravilloso pasado que alguna vez supo tener.

Guillermo A. Ruso.-

Vías

Esta imagen me llamó la atención como para dar una definición un poco técnica y un poco poética a la vez sobre que es una vía.

Veamos una definción física de la misma:
"Se podría definir como Vía Ferrea al conjunto formado por dos longilineas barras de acero laminado de perfil Vignoles teóricamente paralelas, a las cuales se las llama Rieles, montados sobre travesaños de madera de quebracho o de concreto que descansa sobre una bien formada base de piedra partida, comunmente llamada Balasto" (demas esta decir que la foto me inspiró para esta definición con mucha ironía...)




¿Que frio suena no? Tratemos de darle algo más de vida...
Todo medio de transporte si se lo sabe ver esconde un cierto romanticismo y ¿por que negarlo? el ferrocarril es el más apropiado para esto. Uniendo cientos, miles, de pueblos a travez de kilómetros y kilómetros de rieles a lo largo y ancho del país y del mundo. Escribiendo la historia de paises y continentes. Forjando la riqueza así como el crecimiento de zonas completamente despobladas convirtiendolos en modestos oasis en la inmensidad del campo llano. Dando comunicación y transporte a miles de millones de almas, quizás algunas por necesidades laborales, otras por razones familiares o simplemente por mero placer. Creando cientos de miles de millones de historias, anecdotas, vivencias y recuerdos de todo aquel que alguna vez en su vida tan siquiera se arrime a un paso a nivel a ver el pasar de esas bestias tan imponentes cuando se las ve desde debajo. ¿Quien de nosotros alguna vez, siendo niño, no esperaba dulcemente el pasar del tren en la barrera con su atronadora bocina anunciando su paso?

Es pués, para mí, la definición más acertada para la palabra Vía "El elemento primordial, no de un ferrocarril, sino de nuestro pasado, presente y futuro. Por el cual ademas de transportarse enormes tonelajes y cantidades de personas, circula el sueño de mas de un niño, la comunicación de las poblaciones, la economia de un país, solo por nombrar algunos ejemplos y que es posible gracias el esfuerzo de mas de un siglo de miles de anónimos, llamados sencillamente Ferroviarios, que incansablemente pusieron, ponen y pondrán su conocimiento y sapiencia para mantener funcionando esas moles de acero que más alla de su condición mecánica hasta parecen tener vida..."

Guillermo A. Ruso.-

Una Pasión

Sentado al borde del andén, la brisa fresca alivia el impiadoso sol del mediodía mientras a lo lejos los autos anuncian su paso con un tenue golpeteo sobre el paso a nivel cercano. Todo es paz, los pájaros cantan, a veces de cerca y otras de lejos, la gente va y viene por la calle como si nada pasara y de hecho, en sus vidas nada nuevo acontece. Sólo nosotros estamos fuera de lugar, cual forasteros esperando a un costado, vaya uno a saber qué.

Pueden pasar minutos, horas… hasta que al fin se oye ese sonido tan esperado: una bocina a la distancia, inconfundible a nuestro entrenado oído. Nuestra espera llego a su fin, nos aprestamos a preparar diligentemente nuestros elementos de trabajo y empezamos a mirar nuevamente una y otra vez desde que ángulo saldrá mejor la toma mientras los anuncios de la llegada se oyen cada vez más cerca. Las luces, a la distancia empañadas por el vapor emanado del suelo, nos permiten empezar a imaginar de qué locomotora se puede llegar a tratar, como si eso importara algo.

El estruendo sonoro de la bocina casi nos aturde mientras el tren ingresa en el último paso a nivel, ése que nos distrajo en la larga espera. Ya queda nada para que esté junto a nosotros, hasta que pase por nuestro lado como si nada nuevo ocurriese y siga su marcha en su derrotero, estación por estación hacia su destino, mientras disfrutamos el crujir de los vagones con el zumbido del rodaje como fondo, el martilleo de las ruedas en una eclisa floja (siempre se tiene una a mano) y el nuevo sonar de la bocina aproximándose al siguiente paso a nivel. Y con la misma premura con que ingresó a esta estación, el tren se aleja dejando tras de si un pueblo o una ciudad siendo nosotros testigos de ese momento; aunque en el mundo nada haya cambiado.



Una pasión es indudable que nos une. El ferrocarril para nosotros es una pasión, mucho más que una afición, un hobbie o un berretín, como se guste llamarlo. Se siente algo dentro, puede ser asombro, decepción, tristeza, bronca, impotencia, alegría e infinidad de sentimientos pero todos responden a un cariño más apasionado que racional. ¿Y que hacemos nosotros por el ferrocarril más allá de admirarlo? Hay quienes hacen pequeñas miniaturas como un testimonio de lo que ya no existe, o de lo que existe y quieren tenerlo bajo su techo, o de lo que anhelan que pueda existir. Hay quienes recorren ramales activos y olvidados en busca de inmortalizar con fotografías algunos puntos de la red férrea nacional. Hay quienes participan en la edición de revistas y libros del género y también, hay quien alquila pequeños espacios radiales o dictan seminarios en universidades buscando generar en el público mayor interés hacia el ferrocarril.

Pero ¿Qué hacemos cada uno de nosotros por el ferrocarril? Es una respuesta que requiere de mucha introspección de parte de cada uno de nosotros. Soy conciente de que para que el ferrocarril perdure no sólo tiene que despertar pasión en nosotros, quienes tenemos pasión por el, sino en todo el conjunto de la sociedad para que un reclamo firme ascienda desde el suelo hasta la altura a donde tiene que llegar, para algún día podamos soñar y viajar en un ferrocarril digno, confiable y que vuelva a despertar de este aletargado ocaso, cada vez más oscuro, porque nosotros, desde nuestros lugares, poco y nada hacemos para convertirlo en un amanecer.-

Guillermo Aníbal Ruso.