miércoles, 11 de enero de 2012

Momentos

Pocos despertares me traen tan placenteros recuerdos como el de un duro banco de cemento con el sol apenas asomando sobre el horizonte y de fondo un ronroneante motor de Alquito junto al parejo murmullo de una GA8 esperando ordenes (cabe aclarar para mi propia integridad física que me refiero a mis tiempos de soltero). Una mezcla de un pistoneo suave y regular como un viejo y querido Rastrojero acompañado por un silbido característico de los sopladores roots de las EMD llenaban el silencio de una tranquila población bonaerense, cuanto más en domingo. Apenas si algún auto, tempranero cuando no, se atrevía a hacer saltar los bloques de hormigón en el paso a nivel de la Av. Rivadavia, ese que da a la estación de servicio, fiel proveedora de café en las largas noches de insomnio.

También acude a mi memoria ese mismo ronroneo pero esta vez ocultando el silencio de la medianoche en pagos del Oeste y que sería mi compañero de viaje, o mejor dicho, siendo yo su compañero en su viaje hacia el este. Un par de revisiones de rutina y tras el inicial momento cada vez más ese ronroneo sonaba como un rugido hambriento de kilómetros, pero llevando tras de si una pesada mochila que parecía ser interminable. Pocas horas pude disfrutar su amena compañía, ya que dispuesta a mi retorno encontré otra compañera que con su parejo silbar me devolvió hacia el rumbo oeste.




Momentos, sonidos, emociones que uno atesora en lo más profundo de sus recuerdos preciados e imborrables. A lo largo de los viajes y de los caminos andados uno va guardando perlitas que permanecen con uno durante la vida como así también amigos y gente muy querida que uno trata de conservar a lo largo de los años. Cada pueblo que he visitado, cada kilómetro que he recorrido han dejado en mi improntas eternas que con el mayor de los esmeros trato de mantener presente en mi mente, a través de fotografías, anécdotas o, como en este momento, mediante la palabra escrita.

Para mi finado viejo el viajar era un oficio, para mí es un gusto aunque para el también lo era más allá de su profesión. Todos en algún momento de nuestras vidas haremos viajes por infinidad de motivos, pero al menos para mí, mientras pueda seguir atesorando esas vivencias será el mayor de los placeres. Sobre rieles, sobre asfalto, sobre agua o en el aire no importa como lo hagamos, lo importante es que nos llene de alegría y emoción el día de mañana poder recordar lo que hoy estamos viviendo.

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